En este trabajo no somos “familia”, estamos haciendo comunidad

 

 

 

En muchas empresas, escuchamos la frase ‘Aquí todos somos una familia’ como una forma de resaltar la cercanía entre los miembros del equipo. Sin embargo, esta expresión puede ser engañosa, pues en la familia, los lazos están predeterminados, y a veces, las expectativas se confunden con obligaciones emocionales.

Por otro lado, construir una comunidad en el lugar de trabajo es algo completamente diferente y mucho más poderoso. La palabra ‘comunidad’ proviene del latín communitas, que significa ‘conjunto de individuos unidos por vínculos’. Aquí radica la diferencia: una comunidad se construye de manera intencional, basada en valores compartidos, respeto mutuo, y un compromiso genuino por el bienestar y el crecimiento de todos sus miembros.

Un elemento clave en la construcción de una comunidad es el propósito común. Como Viktor Frankl nos enseña, encontrar un sentido de propósito es fundamental para el bienestar humano y la resiliencia. Un equipo que trabaja en comunidad alrededor de un propósito compartido no solo se une por el trabajo en sí, sino por el significado más profundo que cada tarea tiene para el logro de un objetivo mayor. Carl Jung, por su parte, destaca la importancia del inconsciente colectivo, donde los arquetipos y símbolos comunes nos conectan y nos permiten colaborar de manera más profunda y significativa.

Crear una verdadera comunidad en el equipo requiere:

  • Escucha activa: Entender y valorar las opiniones y necesidades de todos.
  • Transparencia y confianza: Fomentar un ambiente donde se pueda hablar abiertamente, sin temor a represalias.
  • Colaboración auténtica: Trabajar juntos hacia objetivos comunes, reconociendo y celebrando las contribuciones individuales.
  • Apoyo mutuo: Estar presentes para los demás en los buenos y malos momentos, sin condicionar ese apoyo a la pertenencia a una “familia”.
  • Propósito compartido: Alinear a todo el equipo en torno a un propósito común que brinde sentido y dirección, tanto individual como colectivamente.

Mientras que el concepto de familia en el trabajo puede, en algunos casos, generar dinámicas de dependencia o favoritismo, la comunidad promueve la inclusión, la equidad y el empoderamiento colectivo.

Construir una comunidad lleva tiempo y esfuerzo, pero los resultados son invaluables: un equipo cohesionado, motivado y alineado con un propósito común, donde cada miembro se siente valorado por lo que aporta, no por una obligación implícita. Eso, sin duda, es lo que hace la verdadera diferencia.

 

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